10 cosas que un emprendedor puede aprender de unas zapatillas de correr

Hay que estar abierto a todo, por lo menos hay que intentarlo. Me he dado cuenta que no aprendo únicamente de mi bebé sino recientemente también de mis zapatillas de correr. Hay algunas lecciones interesantes que quiero compartir con vosotros. Aquí van 10 cosas que un emprendedor puede aprender de unas zapatillas de correr.


1. Si no empiezas a correr, no vas a llegar a ninguna parte.

Empieza a correr o te pilla el toro. No esperes a descubrir el camino perfecto. ¡Corre!

2. Con un cómodo colchón se corre mejor.

Consigue suficientes recursos para emprender. Sobro todo tu colchón financiero es clave para tu supervivencia.

3. Correr sin colchón es posible, pero será más duro y aguantaras menos.

Sin recursos puedes emprender pero te vas a quemar antes y no llegarás lejos.

4. No importa que otras zapatillas corran más rápido al principio, lo que importa es llegar más lejos.

No es relevante la velocidad con la que vaya tu competencia. Fíjate en lo que hacen pero no te obsesiones con ello. Tienes que correr tu propia carrera.

5. Si pesas poco, puedes correr más lejos.

No asumas más coste al principio que el que sea absolutamente necesario. Es uno de los principales errores que hemos cometido también en Coguan.

6. Sin los cordones bien atados, te vas a perder por el camino.

Tienes que tener las ideas claras. Puede que te equivoques pero sino la persigues como si fuera la correcta, te darás cuenta tarde que hay que apostar por otro caballo.

7. Ser un modelo caro, no te va a garantizar la victoria en la carrera.

Puedes haber estudiado en el MIT o tener un MBA del IESE. Estar formado no te prepara para ser emprendedor.

8. Pisar en el barro o en la mierda, a veces es la única opción para avanzar.

No tengas miedo a “ensuciarte” haciendo un trabajo comercial de llamadas frías u otras tareas absolutamente necesarias dentro de tu start-up. Si no das el ejemplo, tu equipo no te va a seguir.

9. Apestar a sudor, es la base para ganar la carrera.

Todos los emprendedores de éxito apestan a sudor. ¿Piensas que podrás llegar al objetivo sin esforzarte? ¡Te equivocas!

10. Que el primer kilometro haya ido bien, no significa que los demás vayan igual.

No te conformes con los logros por el camino. Cuando las cosas van bien, pueden ir mejor.

Los que no han llegado por primera vez a este blog ya saben que correr te convierte en mejor emprendedor. Intenta ser una esponja en la vida. Si lo haces, incluso puedes aprender cosas nuevas de tus zapatillas de correr.

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La experiencia de emprender a los 50


por Quique Rodríguez

Parece que los emprendedores, sobre todo los del mundo digital, son sólo jóvenes brillantes con sed de éxito. Pero cada vez más profesionales con mucha experiencia deciden probar suerte por su cuenta.

Lejos de los estereotipos de la televisión, del cine o incluso de Internet, los emprendedores no son sólo jóvenes con ganas de comerse el mundo. La experiencia también un grado. En Estados Unidos, la mayor parte de los empresarios de éxito en los sectores de más rápido crecimiento montan sus compañías con los 40 años ya cumplidos. Y no lo hacen por necesidad, la mayoría, según un estudio de la Universidad de Duke, afirma que lo que quería era dejar su compañía y trabajar por su cuenta.

En España, los profesionales de más de 50 años que se convierten en empresarios cada día son más. Según el informe Global Entrepreneurship Monitor 2011 (GEM), los mayores de 45 años han puesto en marcha el pasado año más de la cuarta parte de las nuevas empresas (26%), mientras que un año antes habían sido el 19%. En la fase de consolidación de las nuevas empresas los emprendedores en esta franja de edad son más de la mitad, el 56%. La edad media de los emprendedores en España va en aumento y se ha situado ya en más de 38 años.

En nuestro país conviven dos realidades: por un lado, un buen número de trabajadores se han apuntado a la fórmula del autoempleo por necesidad, más que vocación, ante la difícil situación del mercado laboral.

Por otro, la de los profesionales altamente cualificados que han llegado a puestos directivos en sus trayectorias y en un momento dado deciden aprovechar para sí mismos su experiencia, conocimiento, red de contactos y el colchón financiero que han acumulado, poniendo en marcha su propio negocio. “Hay un gran talento desaprovechado, por ejemplo, en el sector de las grandes consultoras”, afirma José Manuel Casado, que dejó su posición de socio en Accenture con 52 años para crear su propia firma, 2C Casado Consulting.

Hay mucho talento desaprovechado en nuestro mercado laboral que ha salido fundamentalmente del sector bancario y las grandes consultoras

También en el sector financiero se ha vivido, y parece que se seguirá viviendo, una situación similar. Inmobiliarias que venden pisos embargados por la banca, consultoras que orientan a los bufetes de abogados en asuntos financieros o asesorías en banca de inversión y gestión de activos o en cambio de modelos de negocio, son algunas de las empresas creadas por antiguos profesionales del sector financiero que se establecen por su cuenta.

Paco Gimena, un exdirectivo del sector turístico metido a business angel y emprendedor a sus 51 años, afirma que “soy la envidia de mis amigos, que me dicen que he rejuvenecido. Y me estoy encontrando cada vez más personas con experiencia que están cansadas de una gran organización y tienen la valentía de dejar su puesto, al que te ata muchas veces un buen salario, para ponerse a trabajar por su cuenta”.

Pilar Jericó, socia directora de Be Up, piensa que estamos perdiendo mucha capacidad profesional en las empresas con el criterio de enaltecer la juventud y piensa que emprender es una de las posibilidades para los mayores de 50 años para aprovechar su futuro laboral.

El mito de la edad en Silicon Valley
En la creciente economía digital que está determinando el mundo de los negocios, suele asociarse la imagen de los emprendedores de éxito con la de jóvenes muy brillantes y precoces que encontraron la pócima mágica a muy temprana edad y se convirtieron rápidamente en multimillonarios al tiempo que aparcaban o abandonaban sus estudios en prestigiosas universidades.

Ahí están las populares historias personales de Marc Zuckerberg, creador y presidente de Facebook con sólo 19 años y que se convirtió en el multimillonario más joven de la lista de fortunas mundiales que publica anualmente la revista Forbes.

El venerado Steve Jobs, cofundador de la fábrica de éxitos Apple, recientemente fallecido. Este célebre californiano puso en marcha esta empresa hoy multimillonaria junto a un amigo de la adolescencia, Steve Wozniak, en el garaje de su casa con sólo 21 años y después de haber abandonado sus estudios.

La mayoría de los emprendedores de éxito en las industrias de más rápido crecimiento en EEUU monta sus empresas cumplidos los 40 años

Zaryn Dentzel, uno de los cofundadores de Tuenti, la principal red social de origen español. Otro californiano que llegó con 15 años a un pueblo de Extremadura en un programa de intercambio para aprender español, y a los 23 terminó montando esta red adquirida por Telefónica por 72 millones de euros.

También Bill Gates y Paul Allen fundaron Microsoft cuando tenían 20 y 22 años respectivamente. Michael Dell creó la multinacional que lleva su apellido a los 22.

Sin embargo, ahí está también el caso de Arianna Huffington, que fundó su innovador Huffington Post a los 54 años, por ejemplo. A pesar de que los jóvenes cerebritos dominan la primera plana mediática, la mayor parte de los emprendedores de éxito en doce sectores de rápido crecimiento pusieron en marcha sus compañías habiendo alcanzado ya los 40 años, según un estudio coordinado por Vivek Wadhwa, director del Center for Entrepreneurship and Research Commercialization de Duke University y columnista de The Washington Post.

En esta investigación se han analizado más de 500 casos de empresarios de éxito en Estados Unidos: había el doble de emprendedores con 50 años que con 25, y también doblaban los de 60 años a los de 20, poniendo en cuestión el mito del joven en su garaje de casa.

Autor Quique Rodríguez

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Marketing para emprendedores

Lo que sigue es un resumen de algo que leí del manual del curso “Marketing para emprendedores” de Formar Educación a Distancia (e-mail info@formared.com) que me gustaría compartir:

“Un cambio importante en su manera de pensar tendrá que ver con la forma en que analice cómo transcurre la realidad.

La mayoría de las personas están habituadas a creer que el pasado condiciona al presente y al futuro y que ese es el sentido con que pasan las cosas: la línea del tiempo parecería ir desde el pasado hacia el futuro y no al revés.

Se suele pensar que las cosas que se han hecho y lo que ha sucedido han generado la situación actual y como consecuencia lógica, este momento actual será la causa, la condición de lo que ocurrirá en el futuro.

Pero ¿qué pasa si comienza a pensar al revés?

En realidad si analiza que pasa por su mente cuando planifica para el corto plazo (una cita para mañana) descubrirá que el futuro condiciona nuestro presente (preparar la ropa, ajustar el reloj despertador, etc.).

¿Qué pasaría si amplía el período de tiempo y modifica cualitativamente lo que se imagina que debería ocurrir? Tendría que establecer una serie de etapas, con plazos para cada una de ellas y con metas parciales.

A este comportamiento humano orientado por objetivos a lograr en el futuro, lo podríamos llamar intencional y diferenciarlo del comportamiento reactivo tradicional que se limita a responder a una situación presente.

Este comportamiento intencional está movilizado por intenciones conscientes que apuntan a cambiar la realidad futura, y está basada en la anticipación de los hechos.

El pensamiento sumado a la imaginación permiten ver ese futuro a conseguir. Ambos necesitan del conocimiento para convertir ese deseo en realidad.

Sin embargo, el simple conocimiento, sin la intención de ver o de cambiar no pone en marcha el pensamiento ni la imaginación. Es la intención de ver y de cambiar el futuro lo que pone a andar al sistema y a buscar y ordenar el conocimiento.

La planificación es una tarea propia del ser humano: puede salirse del presente y de su influencia y actuar aquí y ahora para que ese futuro previsto ocurra de una manera querida, de una forma diferente, intencionada lograda gracias a un proyecto.”

Fuente: Tomado de internet

Como emprendedor, tu peor enemigo puedes ser tu mismo…

Un beneficio de ser emprendedor y no tener jefe es que nadie te dice lo que tienes que hacer. Pero esto tiene un reverso tenebroso: que nadie te dice lo que tienes que hacer. Y entonces aparece la tentación de procrastinar. Es decir, de posponer determinadas tareas para hacer otras menos importantes.

No es exactamente pereza, porque no se trata de “no hacer nada”. El problema es dejar de hacer cosas que tenemos que hacer, y dedicarnos a otras. Sin un jefe que nos recuerde nuestras obligaciones, es fácil encontrar algo mejor que contabilizar unas facturas, llamar a un cliente desagradable o cualquier otra tarea que no nos apetezca en el momento.

El problema es que el día a día del emprendedor no consiste sólo en desarrollar nuevas ideas, crear campañas de marketing glamourosas, diseñar una web moderna a la par que sencilla o animar a tus colaboradores a terminar la versión 0.2. Hay mucho papeleo, hay que tratar con gente desagradable, hay que controlar las finanzas, hay que estar al día con Hacienda y la Seguridad Social…

Y todo esto es fundamental para que la empresa funcione. Una idea genial, un equipo de desarrollo motivado, una ejecución impecable, un marketing perfectamente diseñado para llegar al mercado objetivo… de nada sirven si la empresa se queda sin recursos porque nadie prestó atención a la tesorería, o hay que pagar multas y recargos por no atender las obligaciones fiscales o nadie se encarga de la desagradable tarea de recordar a los clientes que tienen que pagar.

Si queremos tener éxito como emprendedores debemos ser capaces de trabajar a pleno rendimiento incluso en las tareas menos atractivas, sin distracciones ni aplazamientos indefinidos. Tal vez alguno de estos consejos te pueda venir bien. No pretenden ser un manual completo de cómo gestionar tu tiempo, sino más bien una serie de pistas para evitar los errores más obvios.

1. No juegues. Si tu herramienta de trabajo es un ordenador, instala sólo el software que necesitas para trabajar. Elimina los juegos de Windows o Ubuntu, no instales otros juegos, ni clientes de mensajería instantánea, ni mulas o torrentes, ni siquiera las aplicaciones para aprender mecanografía o el curso de inglés. Si necesitas estas cosas y ya las tienes instaladas, cómprate otro ordenador para trabajar. Salvo que te dediques al diseño gráfico, con un portátil de 600 euros tienes más que suficiente, y recuperarás rápidamente esa inversión en horas de trabajo ganadas.

2. Desconéctate. Un ordenador conectado a Internet es una tentación permanente: comprobar el correo electrónico, ver los comentarios en tu blog, leer tus feeds RSS, responder a los comentarios en una red social, volver a comprobar el correo… Si no quieres verte así, y no puedes resistir la tentación, apaga el router. Fija unos momentos al día para hacer estas cosas (con un tiempo límite prefijado), y desconecta el resto del tiempo.

3. Aíslate. Pon el móvil en silencio, establece el intervalo de chequeo del correo electrónico en una hora y no en cinco minutos, apaga cualquier aviso automático de cualquier aparatejo. Y deja claro a los que te rodean que durante un tiempo no se te puede molestar. Un par de interrupciones a lo largo de una mañana pueden ser suficientes para arruinarla por completo si realmente necesitabas estar concentrado en resolver una cuestión difícil.

Cuando de verdad necesitas concentrarte, el mundo exterior puede esperar.

4. Llama tú primero. Si estás en un proceso que requiere concentración, una llamada telefónica puede hacerte perder horas de trabajo efectivo. Además de apagar el móvil, una estrategia que funciona en muchos casos es hacer todas las llamadas que tengas pendientes antes de ponerte a la tarea. De este modo evitas que sea la otra persona la que llame cuando a ella le conviene.

5. Separa trabajo y familia. No compruebes el saldo del banco a mitad de la mañana, ni dejes la facturación para buscar un billete de avión barato para las vacaciones. Y por supuesto no te dediques a hacer de recadero o gestoría en horas de trabajo “porque no tienes que darle explicaciones a nadie”. Dedica tiempos específicos a estas cosas, y asegúrate de que trabajas al menos ocho horas al día. Si has perdido dos horas en la mañana por un papeleo familiar, debes recuperarlas ese mismo día.

6. Haz una lista. No necesitas herramientas complicadas, un simple fichero de texto (o una hoja de una libreta) sirve. De lo que se trata es de tener visibles qué cosas tienes por hacer, de manera que no lleguen las ocho de la tarde y descubras de repente que tenías que haber llamado a un cliente, haber hecho una transferencia, haber enviado una oferta…

7. Ponte límites. A esas tareas que no quieres hacer, y que siempre retrasas, ponles una fecha límite. Si son muy complejas, divídelas en subtareas que no te lleven más de media hora, para evitar pensar eso de “ahora no tengo tiempo, cuando encuentre una mañana libre me pongo a ello…”. Una variante es ponerte citas contigo mismo, de manera que en tu agenda te aparezcan cosas como “miércoles 11:00-11:30 llamar a clientes morosos”.

8. Empieza. Si a pesar de todo hay tareas que no eres capaz de abordar, márcate como objetivo dedicar solo cinco minutos a ellas. Si luego no puedes seguir, al menos habrás hecho un poquito. Pero lo más probable es que una vez en faena descubras que no es para tanto, y puedas seguir hasta terminar.

9. Planifica. Márcate un objetivo para el día: “tengo que haber hecho esto, lo otro y lo de más allá”. Al final del día, revisa lo que te habías propuesto y lo que has hecho, y si hay grandes discrepancias piensa en qué deberías cambiar.

10. Registra. Sobre todo al principio, anota a qué dedicas el tiempo y cuánto te lleva cada tarea. Aunque pueda parecer una carga adicional de trabajo, será fundamental tanto para establecer expectativas realistas con respecto a lo que puedes conseguir como para averiguar cuánto debes cobrar por tu trabajo.

11. Adelántate. Intenta ir por delante de tus obligaciones. Esperar al último día para presentar una declaración a Hacienda, o para entregar un trabajo a un cliente, conduce casi inevitablemente a obtener peores resultados. Además, si estás en el límite cualquier imprevisto puede impedirte cumplir con tus compromisos, y eso puede ser fatal para tu prestigio frente al cliente.

12. Delega. Si hay tareas que te resultan muy difíciles de abordar, paga a alguien para que las haga por tí. Aunque te cueste un dinero, a la larga acaba compensando tener más salud mental, no quemarte en tareas odiosas, y dedicar más tiempo a lo que verdaderamente hacer crecer y prosperar a tu empresa.

Fuente http://desencadenado.com/

Los 10 errores más comunes del emprendedor


por Alejandro Suarez Sánchez-Ocaña

En el blog “Hay un gurú en mi sopa” que escribe Alejandro Suarez Sánchez-Ocaña en el diario El Mundo de España, encontré este descriptivo artículo. Si bien está escrito pensando en el emprendedor español, las diferencias con los errores que cometen los emprendedores latinos son inexistentes; y por eso nos parece importante compartir la opinión de este experto:

“Algunos amigos me preguntan con frecuencia sobre los errores más habituales a la hora de montar una empresa. Limitarme a ofrecer un listado sería temerario. Hay muchos errores, y muy diferentes entre sí. Aún así, éstos son algunos de los más habituales que me encuentro:

Falta de formación en gestión empresarial
Es cierto que no resulta imprescindible tener una formación empresarial, y que ésta no es la panacea (por ejemplo, un MBA en una escuela de negocios). Pero, evidentemente, ayuda. Escuché una vez decir a Luis Martin Cabiedes, Socio de Cabiedes and Partners SCR, que en un estudio que había realizado sobre las ventas de empresas y casos de más éxito en el sector de internet tan solo uno de los emprendedores no había realizado un MBA.
Si bien es cierto que los ‘Self–made man‘ existen , no lo es menos que la formación minimiza el porcentaje de fracasos.

Falta de motivación del promotor del negocio
La motivación, el hambre y las ganas de comerse el mundo, conjugados con el esfuerzo, son el principal factor de éxito de un emprendedor. Tristemente la crisis está atrayendo a muchos perfiles de emprendedores por necesidad, igualmente válidos, aunque indudablemente con mayor índice de trabajo.

Elegir socios problemáticos
En ocasiones los socios son como los bancos: un mal necesario. Es realmente difícil encontrar buenos compañeros de camino, pero también es cierto que si quieres llegar rápido es mejor ir solo. Si quieres llegar lejos, ve bien acompañado.

No disponer de un buen equipo
Es el gran talón de Aquiles, y está muy relacionado con los problemas de financiación. El emprendedor está renunciando a rodearse de un buen equipo por problemas financieros, y se está convirtiendo en un hombre orquesta.

Empezar con poca liquidez
Esto está muy relacionado con el cierre de financiación. De tanto agudizar el ingenio para “necesitar menos capital”, acaba siendo un problema, ya que en las previsiones iniciales se minimizan gastos necesarios para el correcto desarrollo del proceso. Muchas empresas que observo tienen problemas de liquidez a los 6–12 meses debido a una mala previsión de gastos.

Demasiados costes fijos
Somos un mercado pequeño que se encuentra en un momento de parón de consumo. En este momento son especialmente positivas las estructuras ligeras, ágiles y con un costo operativo fijo que no suponga un lastre.

Creer que, si el producto es bueno, se vende solo
Craso error. El marketing y la comunicación son imprescindibles. De hecho, hoy en día nada se vende sin una buena estrategia de comunicación. Hay que llegar al consumidor, no esperar a que él nos encuentre por sí mismo. Buscar clientes es tu trabajo, no el del cliente.

Apostar por un mercado
Si el mundo es cada vez más global, ¿por qué no serlo nosotros? No limitarnos a mercados emergentes tiene sentido. Esos mercados tienen más competencia, pero son más dinámicos que el nuestro. Si la solución no está en el mercado local, internet nos permite abrir una ventana al mundo.

Confundir una buena idea con una oportunidad
Hay muchas buenas ideas a nuestro alrededor. Si piensas un poco, se te ocurrirán decenas. Es importante analizar el contexto para saber si una buena idea puede ser una buena idea “ahora” y “para mí”, y que, por lo tanto, eso represente una oportunidad para nosotros.

No admitir y corregir los errores a tiempo
Lo llevamos inscrito en nuestro código genético: generalmente somos muy persistentes para lo bueno y para lo malo. Muchos emprendedores se obcecan en pensar que todos los consumidores son como él y que deben compartir sus criterios. Si eso no lleva a un éxito inmediato, se empeñan en demostrar al mundo que están equivocados. Esa insistencia es un buen signo, pero debe tener un límite. Llegado a él debemos valorar y pensar, sin soberbia, si tal vez éramos nosotros los que estábamos equivocados”.

Fuente: Alejandro Suarez Sánchez-Ocaña (El Mundo)

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